miércoles, junio 20, 2007

Esta vida mía III

Ayer lo vi. Me agarraron los nervios. Dejé algo pendiente en el trabajo sólo por verlo y cuando llegó no sabía qué hacer. Caminamos mucho... le gusta caminar. Mientras hacíamos lo anterior me platicaba sobre él, sobre su operación de anginas cuando pasamos frente al hospital en el que hace ya varios años lo operaron. Me habló sobre su trabajo, algo sobre lo que ya sabía desde hace tiempo.

Caminamos y llegamos a Amores, justo a la misma calle en donde trabajo pero del lado de la funeraria Gayoso, esa donde mataron a dos hombres en una madrugada de hace pocos días. Me llevó a comer comida yucateca y mientras esperábamos nuestro turno me miraba, se reía y me preguntaba porqué le había dicho que me ponía nerviosa su silencio. Yo reía y trataba de contestarle sin decirle me gustas.

Nos sentamos frente a frente. Sonreíamos, el silencio aparecía, me contaba algo, se quedaba callado... En un momento se acercó a mí y me tomó la barbilla, pensé que mis buenos modales habían dejado huella y me había ensuciado. No fue así, me acarició la barbilla y cuando le pregunté qué tenía él contestó :"Me gusta tu barbilla y la quería tocar". Reí y me sonrojé.

Cuando salimos del lugar caminamos más. Lo tomé del brazo en señal de cercanía. Cuando llegamos a un semáforo me besó la mejilla. Me sonrojé de nuevo y reí. Me preguntó de mi trabajo, mis horarios y cuando se enteró que me despierto todos los días a las 4 am me dijo: "¿Y qué haces mandando mensajes hasta la 1 am?", "¿Ya ve lo que hago por usted?" Aún no puedo dejar de hablarle así, aunque el viernes me hizo repetir su nombre muchas veces y me hizo hablarle de tú un poco menos.

Fuimos al Fondo de Cultura de Zapata. Cada quien tomó su rumbo de acuerdo a sus preferencias. En un momento lo perdí de vista y de repente, mientras hojeada Sidarta de Herman Hess, en una regresión a aquellos días en la prepa, escuché que me llamaban, cuando giré era él que me veía desde un barandal. Sonreí y me dijo... sigue viendo, no te preocupes.

Seguí. Lo volví a perder de vista y después, mientras leía a Benedetti vi de reojo unos pies. Me abrazo de la cintura. Me estremecí como hace tiempo no lo hacía. Me dijo que no había encontrado lo que buscaba y decidimos salir.

Caminamos más en Plaza Universidad. Me preguntaba qué quería hacer y le respondía que caminar con él, que eso me gustaba. Él preguntó porqué y respondí: "Porque me siento tranquila, siento paz cuando camino con usted". Después de un rato entramos a Mix Up y me preguntó que porqué le he llamado. Entonces traté de evitar la respuesta obvia y le dije: "no necesito ser explícita para demostrar porqué lo hago". Él contestó que quería que lo fuera. No lo hice. No era tiempo pero algún día lo será.

Nos sentamos en una banca y recargué mi cabeza en su hombro... me besó la frente, la mejilla y la frente de nuevo, los ojos, la frente y la mejilla de nuevo. Sólo quería estar así y así estuvimos...

Cuando me despedí lo abracé fuerte, le di un beso y al oído le dije que le debía muchos más que le había prometido en mensajes. Él me dijo que por lo menos se iba con uno... que se la había pasado bien y me sonrío... Ahora lo extraño un poco más...

lunes, junio 18, 2007

Esta vida mía II

Para los curiosos aquí va este post de continuidad... pues han seguido los coqueteos, las llamadas y los mensajes que parecían no terminar cuando era la 1:00 de la mañana y a las 4 am tenía que levantarme.

Él sabe que me gusta, yo sé que le gusto. Las llamadas con tono de coqueteo persisten y la última fue el viernes pasado que duró dos horas con un beso tronado de su parte... todo por vía telefónica.

Quedó de marcarme para vernos mañana o esta semana. No ha marcado pero lo cierto es que no sé si lo hará o no pues me confesó que a veces se bloquea y termina por no hacer lo que quisiera por pensar mucho las cosas... tal vez por eso esté solo, con lo cual borro la idea loca de sus cabezas acerca de si está casado o no. No, está divorciado desde hace años.

Ahora me aconsejo, porque me lo han dicho antes, que lo disfrute mientras dure. Que no me sienta menos si él sabe más pues obviamente su edad le permite saber más cosas. Hoy me siento contenta, siento nervios, me matan las ansias por escucharlo, por verlo, pero a la vez me da un miedito tierno, un miedito que me alegra y a la vez me inquieta.

Mañana les diré qué pasó. Hoy sólo quiero soñar.